Hay momentos en los que la única manera de conservar algo es perdiéndolo todo.Primavera de 1938. La Alemania nazi ocupa Austria. Para celebrar esta reunificación de los pueblos germánicos, no hay nada mejor, ni más popular, que celebrar un partido de fútbol entre las dos selecciones nacionales.Pero ...
Hay momentos en los que la única manera de conservar algo es perdiéndolo todo.
Primavera de 1938. La Alemania nazi ocupa Austria. Para celebrar esta reunificación de los pueblos germánicos, no hay nada mejor, ni más popular, que celebrar un partido de fútbol entre las dos selecciones nacionales.
Pero las autoridades no contaron con que el jugador más grandes de todos los tiempos, Matthias Sindelar, les aguaría la fiesta; primero con un gol extraordinario, y, después, con una clamorosa negativa.
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