El lugar perfecto es un claro en el bosque donde la vegetación crece abundante, el aire es fresco y limpio, y fluye un río. El constructor de muros decide quedarse, pero poco a poco van apareciendo los habitantes de ese sitio: un perro, un jabalí, un gato, un pájaro… Su llegada enfurece al constructor de muros, que no está dispuesto a compartir su lugar perfecto con nadie y que reaccionará de la única manera que sabe.
Los pinceles de Decur dan vida a un mundo fascinante, poblado por animales simpáticos, al mismo tiempo que convierten al propio constructor de muros en un personaje entrañable que todavía puede redimirse.
Una fábula que nos habla de la naturaleza, de las personas y de nuestra relación con el mundo que habitamos y del que formamos parte.