¿Sabías que las niñas a partir de los 6 años se sienten menos
inteligentes que los niños? ¿Y que los chicos subestiman las capacidades
de sus compañeras en la universidad? La culpa es de
los estereotipos: los juegos y referentes culturales que entrenan
a las niñas y niños sobre cómo tienen que comportarse,
expresarse y relacionarse. Colores rosas, muñecas, cocinitas y
princesas. Colores azules, barcos piratas, fútbol y superhéroes.
Proponemos dos escenarios distintos con perversas consecuencias:
las niñas deberán ser sumisas, tranquilas y obedientes,
y los niños no podrán llorar y ser sensibles, deberán ser
fuertes y valientes.
¿No sería mejor que fueran libres para sentir, expresarse y actuar?
Necesitamos niñas y niños con conciencia y compromiso,
que defiendan en público la igualdad. Que tengan capacidad de
pensar más allá de lo convencional y no se dejen influir por los
modelos que a menudo se muestran en la televisión, el cine, la
literatura, las redes sociales…
Para construir una sociedad justa e igualitaria, nuestras criaturas
tienen que ser poderosas, justas, solidarias y felices. Para
todo esto, es necesario educar en el feminismo.